Carlos Serres

Filoxera, la plaga que estuvo a punto de acabar con el vino

La filoxera es, probablemente, uno de los insectos protagonistas del campo español. Como parte de su historia que es, mencionarla es un hecho recurrente en cuanto ahondamos en la trayectoria de nuestro vino o hacemos enoturismo. Y es perfectamente lógico. Esta plaga tiene una doble lectura histórica para el vino español. Por un lado, fue el articulador del despegue de los caldos de nuestro país en un momento en el que Francia veía cómo sus viñedos morían lentamente como consecuencia de este insecto. Por otro, años más tarde se convirtió en el azote de nuestro campo.

Por su peso e importancia, es vital comprender qué es y cuáles son sus efectos sobre el viñedo. Unos que supusieron un auténtico azote para nuestra agricultura, y que marcaron una de las páginas más negras en la historia de nuestro vino. Un daño que, sin embargo, supuso el resurgimiento del campo español años después. Es tal su peso que esta, incluso, protagonista de una de las fiestas del vino más célebres: la de San Sadurní d´Anoia, en el Alto Penedés.

Veamos en profundidad más de este singular insecto. Uno que, todavía hoy, se considera una plaga imparable.

¿QUÉ ES LA FILOXERA?

Empecemos conociendo más a fondo a este tremendo enemigo del viñedo. El tamaño y morfología de la filoxera no hace justicia a su increíble repercusión sobre el viñedo. De color amarillo, su medida y forma es similar a la del pulgón. Es solo gracias a su color como es posible detectarla ya que, por sus dimensiones minúsculas, solo cuando la invasión es importante es posible verla. Y no es posible menospreciarla: su capacidad de colonización es enorme. Y su propagación no solo se da entre planta y planta. También lo hace por vía aérea e, incluso, a través de las herramientas de cultivo de la vid.

Qué es la filoxera

Curiosamente, no es en lo único que se parece a esta plaga tan típica del jardín y de algunas hortícolas. Como el pulgón, se adhiere a las hojas, absorbiendo la savia de su tendido venoso. Pero, cuando podemos detectarla en esta parte de la planta, es porque su presencia ya no tiene marcha atrás. Antes de atacar a las hojas, esta plaga se infiltra en las raíces de las plantas de vid. Unas que mordisquea provocando la formación de una especie de tumores llamados tuberosidades que impiden la circulación de la savia.

Dado que su presencia pasa inadvertida, solo cuando ha logrado conquistar la planta es posible ver sus efectos. Y es que, pasados entre dos y tres años desde su instalación en la vid, es cuando la planta comienza a morir. Una destrucción que ya no puede detenerse de ninguna manera.

¿CÓMO LLEGÓ A EUROPA?

Sorprende saber que es, en origen, un insecto oriundo de Norteamérica. De hecho, fue en el norte de este continente donde se detecto su presencia por primera vez en relación con la viña. Tengamos en cuenta que el Oeste americano contó con presencia de misiones españolas que cultivaban la vid para poder tener vino a disposición de sus servicios religiosos.

Mientras en zonas como Nuevo México, norte de México y California la vid prosperaba, no sucedía lo mismo en la costa atlántica. Un contratiempo que tuvo en jaque, incluso, al mismísimo Benjamin Franklin o George Washinton. Que la vid europea no prosperara se convirtió, casi, en una cuestión de estado. Y decimos esto porque sería Thomas Jefferson quien encargara a un especialista en viticultura, Philip Mazzei, el cultivo de la vid en estas zonas. Fueron cientos las vides y materiales que cruzaron el Atlántico con vistas a crear viñedos sanos y prósperos. Incluso se llevaron cuadrillas de viticultores expertos que supieran trabajar la vid.

Cómo llegó la filoxera a Europa

Todos los esfuerzos fueron en vano. Una conclusión a la que se llegó cuando, por fin, se detectó la presencia de este insecto en las vides. Uno que no solo encontraba en el clima atlántico el ideal para prosperar sino que, añadido, contaba con otro aliado. Uno que costó trabajo detectar y que era, en realidad, el principal motivo para que la vid no lograra desarrollarse: las cepas europeas no contaban con defensa alguna frente a este insecto, desconocido para ellas.

Sería, precisamente, esa búsqueda por mejorar el viñedo americano lo que haría que la filoxera hiciera el viaje inverso. El contacto de viticultores de uno y otro lado del Atlántico hizo que el insecto llegara al Viejo Continente. Una entrada que no sería por un único punto sino por varios, favoreciendo así la expansión y, de paso, su destrucción.

LA FILOXERA EN ESPAÑA

En principio, esta plaga fue el azote del campo francés. Un auténtico revulsivo para la agricultura española, ya que la búsqueda de nuevos campos de cultivo se convirtió en una prioridad para los bodegueros galos. Muchos de ellos encontraron precisamente en Haro la respuesta perfecta a la devastación que conlleva este insecto. Por las características del suelo y clima de este municipio de La Rioja, serían muchas las bodegas francesas las que encontraron una alternativa para poder elaborar sus característicos vinos. Sería así como marcarían la historia de la enología de Haro para siempre.

La filoxera en España

Pero esas décadas de desarrollo tendrían un importante punto de inflexión. Uno marcado por la entrada de la filoxera por tres puntos distintos: Málaga, Zamora y Gerona. Los dos primeros, fruto del tráfico entre ambos lados del Atlántico. El último como parte del movimiento natural del insecto procedente de Francia.

Después de que se asolara prácticamente la totalidad del campo español, su salvación llegó del mismo lugar en el que nació el problema. Y es que el rescate de nuestros viñedos se logró gracias a una singular maniobra viticultora. Todavía hoy, las raíces de nuestras viñas proceden de vides americanas. Unas que presentan resistencia al daño de este insecto, y sobre las que se injertaron las variedades europeas.

Una solución que, todavía hoy, es la mejor manera de plantarle cara a un insecto capaz de destruir la viña de manera silenciosa.