Carlos Serres

Vinos Jóvenes: aroma, sabor y color

El tiempo, bendito tiempo. Ese bien preciado que atesoramos y que, en ocasiones, nos castiga es uno de los mayores aliados del vino. Un auténtico mago que transforma, gracias a su discurrir, el mosto en vino; el vino en Reserva. Y es que, si el tiempo ya es de por sí uno de los elementos que condicionan nuestras vidas, en el caso del vino cobra un papel absolutamente decisivo.

Es tal su importancia que, incluso, determina la nomenclatura con la que los catalogamos especialmente en un tipo de caldo: los Vinos Jóvenes. Unos vinos que suelen llamar a error por su nombre, y que tienden a ser confundidos con los Crianza (si bien hay sustanciales diferencias entre unos y otros).

Así, descubramos cuáles son las principales características de este tipo de vinos. Unas que marcan de manera decisiva su personalidad y en las que el tiempo, bendito tiempo, es fundamental.

DIFERENCIAS DE LOS VINOS JÓVENES CON OTROS VINOS

Si hace poco veíamos las diferencias entre vinos Crianza, Reserva y Gran Reserva es momento de entender el motivo por el que este tipo de vinos son una catalogación aparte de los demás.

Aunque también se les suele llamar Cosecheros, lo cierto es que hay dos aspectos que pautan de manera definitiva lo que es un Vino Joven. Por una parte, el tiempo al que hacíamos mención. Es importante saber que este tipo de vinos es el resultado del año. O, lo que es lo mismo, que su etiqueta nos garantiza que el caldo que estamos disfrutando es producto de las vides recogidas en la última cosecha.

Este tiempo determina también la vida de los Vinos Jóvenes: siempre habremos de consumirlos en un plazo de un año, máximo de dos.

Diferencias del vino joven con otros vinos
Por otro lado, su sustancial diferencia con respecto a otros vinos es nuevamente temporal. Y es que los Jóvenes no han vivido ese reposo en barrica de madera que hace distinguir a un Crianza de un Reserva, sino que han sido embotellados una vez el mosto ha fermentado. En algunas ocasiones, los Vinos Jóvenes sí tienen un paso por barrica mucho más corto del que marcan las distintas Denominaciones de Origen.

Pero ¿cómo incide este tiempo en las características del vino Joven? Veamos tres de los aspectos con los que podremos identificar un vino de esta catalogación si no conocemos su procedencia y decidimos indagar en el arte de la cata de vino.

AROMA

Uno de los rasgos que identifican a estos vinos es su perfume floral. Al no haber tenido tiempo de envejecimiento en barrica, su aroma es el propio de las vides con el que esté elaborado. Algo que hace que, al descorchar y olfatear un Vino Joven, podamos identificar sin mucho problema matices tan singulares como el aroma de rosas, violetas o jazmín entre otros muchos.

SABOR

Al igual que sucede con el aroma, la virginidad de estos vinos jóvenes hace una seña de identidad común a todos ellos sea el carácter afrutado. Así, al catarlos, no es de extrañar que encontremos sabores a cerezas, moras, melocotón o ciruela entre un abanico enorme de posibles paladares (que vendrá determinado por las uvas con las que esté elaborado). A estas notas, se le sumarán también sabores herbáceos.

Colores del vino según su edad
Atribución: Iñaki Mtz. de Albéniz en Linkedin

COLOR

Cuentan con un cierto grado de acidez (por eso, son ideales para los meses de calor ya que son más refrescantes que los añejados). Este aspecto determina, también, los tonos de sus caldos: en el caso de los tintos, este tipo de vinos cuenta con un color más intenso y compacto (como si su color rojizo fuera más oscuro) en el que, incluso, se puede ver un halo violáceo en el borde; mientras que en el caso de los blancos, se caracterizan por una tonalidad más saturada, que oscila desde el amarillo brillante al verde.

Por todo lo que acabamos de ver, podemos decir que los Vinos Jóvenes son vinos frescos y alegres. Que invitan a disfrutar de sus sabores sin demasiada complejidad, solo paladeando la esencia de las vides y de la tierra en la que nacen.

Vinos que, a pesar del tiempo, tienen mucho que decir.