Carlos Serres

Los posos del vino

Seguro que, en alguna ocasión, te has encontrado con una botella con posos. Una presencia que suele alarmarnos e, incluso, hacernos pensar que una botella no está en perfecto estado. Un miedo lógico, sobre todo entre quienes se inician en el vino y desconocen algunas de sus características. Rompamos la primera lanza a favor de los posos del vino. No, no son un indicativo ni de un mal vino ni de que no hemos sabido cómo guardar botellas de vino correctamente.

No es de extrañar que el vino, como elemento vivo que es, tenga posos. Es más: que los tenga es un indicativo de que un determinado caldo no ha vivido un proceso de clarificación y filtración demasiado agresivo. Porque, si bien es cierto que gracias a él se consigue un vino prácticamente ajeno a cualquier poso, también tiene una cara B. Este proceso puede incidir en la personalidad y la expresión de un determinado caldo. Una razón de peso para que los enólogos de las bodegas sean sumamente cuidadosos a la hora de llevarlo a cabo.

Pero no nos adelantemos. Porque, más allá de juzgar un vino por si tiene o no posos, es interesante adentrarse un poco más en ellos para comprender qué son.

¿QUÉ SON LOS POSOS DEL VINO?

Cuando cogemos una botella, es habitual encontrar en el fondo sedimentos. Unos que se han ido formando, fundamentalmente, en el proceso de crianza de un determinado caldo; y que no dejan de ser resultado natural del proceso de vinificación.

Qué son los posos del vino

Habitualmente, los posos del vino se distinguen en dos. Por un lado, la materia colorante de un determinado caldo. Una procedente de las distintas partes de la uva, y que es imprescindible tanto para dar su característica tonalidad como para aportar los matices y aromas que le dan personalidad. Es más habitual en vinos que han tenido un tiempo de crianza largo, tanto en barrica como en botella.

Pero no son los únicos presentes en el fondo de una botella. Es más: entre los posos del vino, los más importantes son los tartratos. Unos pequeños cristales que se forman de manera natural, y que proceden de la uva. El más habitual de ellos es el bitartrato potásico: unas sales de ácido tartárico que suelen precipitarse al fondo de la botella como consecuencia del frío y del alcohol.

Además de comprender qué son, hay otro aspecto a tener en cuenta. Los posos del vino son más habituales en los vinos blancos y rosados. En el caso de los tintos, más que en la botella, es posible ver esos pequeños cristales en el corcho.

¿ES MALO QUE EL VINO TENGA POSO?

Entendido lo que son los posos, es momento de pasar a la pregunta práctica: ¿es un vino que tiene posos malo? Nada más lejos de la realidad. Y nada como comprender el motivo.

El hecho de que un vino tenga posos no es indicativo de que haya ningún problema con él aunque es fundamental descartar otros aspectos. Cómo saber si un vino está picado es básico para salir de dudas, aunque no tenemos que llegar a abrir la botella para saber si los posos son indicativo de alguna irregularidad. Cómo entender la etiqueta de un vino también es importante. En muchas ocasiones, son las propias bodegas las que advierten de que un vino puede tener sedimentos.

¿Son malos los posos del vino?

Pero dejando estos aspectos a un lado, comprendamos otro aspecto fundamental. Uno que nos acabará de clarificar por qué los posos no son algo negativo. Su presencia responde, en un buen número de ocasiones, a la elaboración artesanal de un caldo. A una producción de vino en la que no se ha alterado el sistema de producción clásico, respetando el filtrado y el auténtico espíritu de un caldo. El sabor de una tierra.

Y sí: es cierto que la presencia de posos puede resultar antiestética en una copa. Pero también lo es que es un escollo fácil de salvar. Basta con aliarse con uno de los accesorios imprescindibles en una vinoteca: el decantador. Si comenzamos a verter el vino, podemos evitar los posos dejando de hacerlo cuando veamos que el caldo está más turbio. Una decisión personal, ya que muchos apasionados del vino aseguran que los posos modifican para bien la textura de un caldo y son, en sí mismos, parte de su expresión.

¿Y qué es lo más recomendable? Sencillo: lo que tú decidas hacer.