Carlos Serres

Ciclo vegetativo de la vid en primavera

Con la llegada de la primavera, la naturaleza se despereza. Atrás queda esa época de hibernación en la que todas las plantas detienen su crecimiento vegetativo. Una estrategia natural de conservación que les permite afrontar una estación de la que se resienten por la ausencia de sol y de calor. Es, precisamente, cuando el termómetro comienza a subir cuando las plantas se despiertan progresivamente de su letargo. Un momento que, lógicamente, también vive la planta de la vid.

Desde la poda de la vid, realizada a finales de invierno, hasta la auténtica llegada de la primavera estas plantas viven un momento muy singular: el llamado desborre. Un paso crucial en la vida de la planta que se deja vez creando la denominada borra. Un amasijo vegetal al que la planta envía toda la información cromosómica, diferenciando desde un principio qué se transformará en hojas, tallos y racimos. Este momento de eclosión de la planta se da cuando las temperaturas se sitúan por encima de los 10 grados. Temperatura llamada «cero de vegetación», y que es la necesaria para que las raíces de la vid reactiven su función de absorción de nutrientes del suelo.

Aunque no existe un momento exacto para este momento vegetativo, una de sus máximas es lo rápido que sucede. Si el invierno ha sido especialmente frío, el desborre se retrasará. Si el invierno ha sido suave, es posible comenzar a ver esta brotación incluso desde mediados de marzo.

Pero más allá de este momento vital, el desborre no deja de ser el comienzo de los tres momentos de más importantes del ciclo vegetal de la vid. Tres que supeditarán, de manera directa, la producción del año. Conozcámoslos más de cerca.

LA BROTACIÓN DE LA VID

Las yemas creadas durante el desborre comienzan a crecer y a desarrollarse. Para que sea más gráfico, es importante comprender que cada una de ellas incluye en miniatura las hojas, tallos y racimos que posteriormente tendrá la planta. Lo primero que podremos percibir a simple vista serán las hojas, que comenzarán a desarrollarse y extenderse. Tras ellas, harán su aparición unos racimos minúsculos que serán los precursores de la posterior producción de uva de la planta.

Brotación de la vid

Para que este momento vegetal pueda darse, es imprescindible contar con el aumento de temperaturas propio de la primavera. Unas que vienen acompañadas forzosamente de ese incremento en las horas de luz solar característicos de esta estación del año.

El desarrollo de la planta está supeditado, también, al agua de la que disponga ya sea de lluvia o de riego. La suma de estos factores es, precisamente, la que permite que la vid se desarrolle plenamente pintando ese paisaje verde tan característico que resalta sobre la tierra.

 

LA FLORACIÓN

Durante el transcurso de la primavera, la vid va tomando forma. La inflorescencia desarrollada durante el periodo de brotación comienza a diferenciarse, distinguiendo claramente entre hojas y lo que es una incipiente floración. Las flores de la vid son hermafroditas y de pequeño tamaño, y su creación es fundamental para la posterior producción de uva.

Además de esto, hay otro aspecto vegetativo característico de esta fase. Los pequeños racimos, hasta ahora agrupados, comienzan a separarse. Esta separación entre sí permite aumentar la exposición a la luz solar y al efecto que los insectos y el viento, principales polinizadores de la planta de la vid, tienen sobre ellos.

Floración de la vid

 

EL CUAJADO DE LA VID

Un momento que se da, normalmente, con la llegada del mes de junio. El del milagro de la vida vegetal. Ese en el que la acción polinizadora de los distintos agentes permite, literalmente, cuajar el fruto. O, lo que es lo mismo, convertir las flores fecundadas de la vid en frutos minúsculos. Unas bayas del tamaño y forma de un guisante, que todavía necesitarán tiempo para convertirse en auténticas uvas.

A este momento le seguirá la denominada poda en verde. Uno de los momentos más decisivos del año en el viñedo, que no solo determinará la producción sino también la poda del año siguiente. Con esta acción lo que se busca es, fundamentalmente, eliminar de la vid todos aquellos brotes, sarmientos y chupones que pueden restarle fuerza a la cepa. Una manera de ayudar a que la planta se concentre en hacer crecer esos frutos diminutos hasta convertirlos en las preciadas uvas del viñedo.

Tres momentos fundamentales que demuestran que la vida se abre paso. Tres momentos que nos recuerdan el increíble misterio que encierran los mágicos mecanismos de la naturaleza.