Carlos Serres

Rompiendo mitos sobre el vino blanco

Al igual que en otros muchos campos de la vida, el mundo del vino no está exento de ciertos prejuicios acuñados con el paso de los siglos y que no han sido actualizados, a pesar de que el panorama vitivinícola actual dista un auténtico mundo con respecto a su pasado. Si hace unos días veíamos las cinco mentiras más comunes sobre el vino, hoy estamos dispuestos a romper mitos sobre el vino blanco. Un caldo considerado por muchos de segunda que, sin embargo, puede ser tan rico en matices como lo es un vino tinto o un rosado, otro de los grandes damnificados del pasado.

Así que tanto si eres de los que se lamentan de la llegada del calor por ser una época en la que el vino blanco es más adecuado por su carácter refrescante; o si simplemente no lo miras con buenos ojos, hoy estamos dispuestos a romper una lanza a su favor aclarando algunos de los mitos que sobrevuelan sobre él y que nada tienen de ciertos partiendo de una base: su increíble versatilidad.

Veamos, pues, siete de los mitos que acompañan al vino blanco. Siete oportunidades únicas para descubrir más de esta maravillosa familia de caldos.

1. EL VINO BLANCO SOLO SE ELABORA CON UVAS BLANCAS

El primero de los prejuicios, y el más habitual entre quienes no conocen a fondo el vino blanco. Este tipo de caldos no se elabora únicamente con uvas blancas sino que, además, son muchos los vinos que cuentan con un buen porcentaje de uvas puramente tintas. La falta de coloración no se debe tanto a la uva con la que está elaborado sino, más bien, con el proceso de maceración del vino: en el caso de los vinos blancos, el tiempo que pasa el zumo de uva en contacto con los hollejos de la misma es menor. Algo que hace que el mosto sea incoloro, independientemente de si está elaborado con uvas tintas o blancas.

El vino blanco se sirve muy frío

2. EL VINO BLANCO SOLO PUEDE BEBERSE MUY FRÍO

Otro clásico en torno al vino blanco. Más allá de conocer a fondo la temperatura recomendada para el servicio de los vinos, hay que tener claro que ese gesto de mantener el vino a baja temperatura no hace más que estropear sus cualidades. Ya sea blanco, tinto o rosado no hay que guiarse por su color a la hora de elegir su temperatura sino, más bien, por lo que demanda cada vino. Hay blancos muy jóvenes y con mucha acidez que pueden servirse muy fríos, pero esa no es la pauta. Lo idóneo es que el vino blanco se sirva como mucho en 12 grados, ya que a partir de 8 sus cualidades aromáticas pueden verse comprometidas por el frío.

3. EL VINO BLANCO OFRECE MENOS VARIEDADES

¡Nada más lejos de la realidad! A pesar de que esta aseveración está íntimamente ligada con esa creencia de que el vino blanco solo contiene uvas blancas, lo cierto es que es una inmensa familia de vinos con un abanico increíble de aromas, sabores y matices que descubrir.

4. EL VINO BLANCO SOLO PUEDE MARIDARSE CON PESCADOS Y ARROCES

Aunque ya vimos a fondo este tema cuando rompimos ese habitual «vino tinto para la carne, el blanco para el pescado» queremos volver a insistir en ello. Más allá de que, como hemos visto en otras ocasiones al hablar de maridaje, las combinaciones de vino y gastronomía son sumamente subjetivas; el vino blanco no solo es perfecto para los pescados suaves sino, también, para otros mucho más contundentes como el atún. Pero además de esto, podemos combinarlo con numerosos platos con carne de ave, con pastas, sopas o, incluso, con platos que contengan únicamente verduras.  Y, en el caso de los vinos blanco con buena acidez, incluso con guisos de carne de cerdo.

Maridar con vino blanco

5. EL VINO BLANCO NO PUEDE ACOMPAÑAR QUESOS

Otro sambenito habitual que planea sobre el vino blanco. Y, de la misma manera que hemos roto el mito anterior, este no iba a ser menos. El vino blanco puede acompañar a la perfección quesos suaves y cremosos, como el brie o la torta del Casar. Es más: si bien es cierto que los vinos tintos son la elección perfecta, por contundencia de sabor, para acompañar quesos rotundos como los azules o los muy curados; los vinos blancos también pueden jugar con notas ácidas o dulces, según el vino, para completar la experiencia de disfrutar de un queso.

6. EL VINO BLANCO NO ENVEJECE BIEN

Una aseveración que es deudora de aquella época en la que la tradición más que cualquier otra cosa pautaba que los vinos blancos debían beberse en el año. Sin embargo, la vanguardia del mundo vitivinícola ha demostrado con numerosas referencias que el paso por barrica no solo es positivo para algunos blancos sino que, además, les confiere una cremosidad y textura deliciosas.

El vino blanco sí tiene cuerpo

7. EL VINO BLANCO NO TIENE CUERPO

A pesar de que la maceración de los blancos es más corta que la de los tintos, con lo que eso conlleva a la hora de la carga tánica y otras sustancias que contribuyen a la estructura del vino; el vino blanco también tiene cuerpo propio. Algo que, más que ser producto de la maceración en sí, se debe fundamentalmente al tipo de uva elegida para crearlo. Si la uva de la que parte es potente, el vino tendrá un cuerpo ad hoc.