Carlos Serres

El peso del vino en el arte

El vino es uno de los protagonistas de la historia de la Humanidad. Un compañero que, desde tiempos ancestrales, escribe con nosotros las páginas de nuestro devenir. Aliado de la gastronomía y del disfrute, también juega un papel decisivo en otro aspecto: como fuente de inspiración. Y es que pocas cosas hay tan reflejadas en el arte de todos los tiempos como lo ha sido el vino. Una estrecha relación que ha plasmado, en multitud de soportes artísticos a lo largo de los siglos, el peso y la simbología de los caldos como parte inherente del ser humano.

Si pasamos revista a la historia del arte desde tiempos inmemoriales, el vino siempre está presente. Cierto es que con distintas connotaciones según el momento histórico o, incluso, la civilización que lo retratara. Ya fuera como bebida, como deidad o como parte de un convite. Independientemente de la forma que adoptara, es increíble saber que hay miles de obras artísticas que lo incluyen en su composición.

Y no solo eso. El arte ha sido, además, una manera magnífica de conocer la historia del vino. Y no nos referimos a los orígenes del vino, presuntamente mesopotámicos. Más bien este apunte se refiere a cómo el arte ha reflejado con los siglos el papel cambiante que el vino tenía dentro de la sociedad. De ser una bebida reservada a las clases más altas a ser un disfrute accesible para cualquiera. De su peso simbólico como parte de una religión a un invitado más a la mesa, ajeno a connotación alguna.

Resultaría complicado hablar de la relación del vino con el arte desde sus inicios. Por eso, hemos seleccionado cuatro momentos cruciales en los que el vino ha brillado con luz propia.

EL VINO EN EL ARTE GRECOLATINO

A pesar de que el pueblo egipcio también le dio protagonismo al vino en su arte, es en el arte grecolatino cuando alcanza su máxima expresión. Y es que hablamos de una civilización en la que los caldos no solo formaban parte de la vida. Bien puede decirse que, incluso, la conquista del vino y sus tradiciones fue clave para la propia conquista romana. Algo que se demuestra al conocer un poco más a fondo los distintos dioses del vino.

Hermes con el niño Dioniso
«Hermes con el niño Dioniso» de Praxíteles

Para algunas voces críticas de la Antigüedad, como el historiador griego Tucídides, fue el cultivo de la vid lo que salvó a los pueblos del Mediterráneo del «barbarismo» imperante en la época. Y sería, precisamente, la Antigua Grecia quien capitalizara la importancia del vino en toda la zona. Algo que, como es lógico, se reflejó en un buen número de obras artísticas de la época. Obras como la escultura de Praxiteles de «Hermes con el niño Dioniso», o las múltiples vasijas encontradas en múltiples excavaciones arqueológicas.

Con la llegada del Imperio Romano, el dios griego del vino cobró otra personalidad. Una sabia manera del mundo romano de integrar las tradiciones y costumbres griegas en su propia colonización. Dioniso se transformaría en Baco. Un ser mitológico protagonista de múltiples mosaicos romanos que adornaban las casas de los patricios, los edificios asamblearios y los muros de los palacios.

LA IMPORTANCIA DEL VINO EN EL ARTE RELIGIOSO

De las bacanales al significado más profundo y místico del vino en el arte. A pesar de las connotaciones festivas que el vino tenía en el arte grecolatino, sería su implicación como bebida religiosa lo que realmente lo pusiera en valor. Y es que, a lo largo de la historia, la simbología del vino como parte del rito litúrgico hizo que se reflejara ampliamente en múltiples obras de arte. Eso sí: con un cariz completamente alejado al ocio y la fiesta con que se inmortaliza el vino en otras épocas.

La última cena
«La última cena» de Leonardo da Vinci

La íntima relación del vino con la religión católica fue, además, motor de su desarrollo. Y es que es importante saber que, en plena Edad Media, el principal promotor del vino sería precisamente la Iglesia. Con vistas a auto suministrarse del tan necesario vino para consagrar, comenzaron a destinar las tierras de los monasterios al cultivo de la uva.

Fruto de la vinculación entre Iglesia y vino, hay un buen número de obras de arte religioso que muestran el vino en sus composiciones, como «La última cena» de Leonardo da Vinci.

EL VINO, EL GRAN PROTAGONISTA DEL BARROCO

Si hay una época en la que el vino fue ampliamente retratado fue durante el Barroco. Un momento en el que pasión y emoción se convirtieron en protagonistas de lienzos en los que el vino se unía a dos de sus virtudes: la embriaguez y el disfrute. Una mirada diferente a sus épocas anteriores, mucho más transgresora y centrada, curiosamente, en la mitología grecolatina.

Baco enfermo de Caravaggio
«Baco enfermo», de Caravaggio

Es en esta época cuando el vino se retrata ampliamente. «La bacanal» de Tiziano, «El triunfo de Baco» de Velázquez o el «Baco enfermo» de Caravaggio son algunos de los máximos exponentes.

EL VINO EN EL ARTE DEL SIGLO XIX Y XX

Dos de los siglos en los que el vino fue protagonista absoluto. Algo lógico, si tenemos en cuenta el increíble momento de creatividad y desarrollo de nuevas tendencias artísticas. Dos siglos de gran riqueza pictórica en los que, cómo no, el vino tampoco pasó desapercibido.

Durante el impresionismo, sería Renoir el mayor enamorado del vino en sus cuadros. Un hecho que se puede comprobar echando un vistazo a sus obras, y que alcanza cotas máximas en «El almuerzo de los remeros». Un cuadro en el que el vino se identifica con la alegría y la perfección de un momento único.

El viñedo rojo de Arlés
«El viñedo rojo de Arnés», de Van Gogh

Sería en el post-impresionismo cuando Van Gogh se prendara del vino como elemento pictórico. Gracias a su singular mirada artística, han llegado a nuestros días obras como la vendimia que refleja en «El viñedo rojo de Arlés». O, de una manera mucho más sencilla, el protagonismo absoluto del vino como parte de su «Naturaleza muerta con botella y dos vasos». Una importancia que también reflejaría Cezanne en «Los jugadores de cartas», composición en la que la botella de vino es el epicentro de la escena.

Las señoritas de Avignon
«Las señoritas de Avignon», de Picasso

Mucho más modernas y vanguardistas son las aportaciones de artistas como Munch, con su «Autorretrato con una botella de vino», o Picasso a la cultura del vino. En el caso del pintor malagueño, el vino fue un compañero a lo largo de sus múltiples épocas artísticas. Una presencia reflejada de múltiples maneras y que obliga a prestar especial atención. De la sutileza simbólica del racimo de uvas sobre uno de los pies de las señoritas de Avignon, al grabado de «La bouteille de vin»: el vino siempre le acompañó de una u otra manera.