Carlos Serres

¿En qué se diferencian las uvas de mesa y las de vino?

No cabe duda: la uva es uno de los frutos más singulares de la naturaleza. Una fruta de pequeño tamaño que, sin embargo, encierra dentro de sí un auténtico universo de aromas y personalidades. No en vano es compañera de la historia del hombre desde tiempos inmemoriales. Y no en vano, también, continúa siendo protagonista absoluta de miles de hectáreas consagradas a su cultivo, ya sea con fines vitivinícolas o únicamente alimentarios.

Y ahí es, precisamente, dónde queríamos llegar. A una de las dudas más recurrentes que se plantean en torno a la uva. ¿Es la misma la que comemos que la que se utiliza para hacer vino? A pesar de que la cosa tiene su miga, la respuesta es sencilla: no, no es la misma uva. Y entender las particularidades de una y otra es la mejor manera de comprender por qué nunca elaboraremos vino con una uva de mesa, y viceversa.

Veamos en detalle las características fundamentales de una y otra. Y, lo que es más importante, cuáles son las diferencias entre sí.

UVAS DE MESA

La uva de mesa tiene un increíble peso en nuestra cultura. No solo se ha retratado, a lo largo de los siglos, en infinidad de cuadros con temática campestre. También es símbolo del verano y de la buena ventura. Un buen motivo para que sea precisamente con uvas como despedimos el año. Unas depositarias de nuestros buenos deseos del año venidero.

Características de la uva de vino

Más allá de su peso social, la uva de mesa tiene ciertas particularidades que la definen. Se suelen cultivar en climas suaves o cálidos, por eso buena parte de ellas son de procedencia mediterránea. La exigencia de una buena temperatura es clave para la maduración de este tipo de uvas. De ahí que demanden climas con mucha luz. El ingrediente indispensable para que alcancen ese dulzor tan característico de su sabor.

UVAS VINÍCOLAS

Las uvas con usos vinícolas no dejan de ser uvas cultivadas en determinadas condiciones. A diferencia de las uvas de mesa, no solo no demandan una buena temperatura y gran incidencia solar sino que es, incluso, recomendable que no tengan esa climatología en buena parte de su ciclo.

En realidad, lo ideal es que la uva vinícola esté expuesta a condiciones adversas que incluyen, incluso, las más extremas. Ya hemos hablado con anterioridad de los beneficios de la nieve en el viñedo.

¿EN QUÉ SE DIFERENCIAN?

Entender en qué se diferencian las uvas de mesa de las de vino pasa por conocer algunos aspectos tanto del fruto como de la propia planta. Unos que son definitivos para diferenciarlas.

Diferencias entre las uvas de mesa y las uvas de vino

Empecemos por el cultivo en sí de la vid. La principal diferencia entre estos dos tipos de uvas es cómo se cultivan las plantas. Estableciendo esta comparativa entre las uvas es como podemos comprender las diferencias entre vid y parra. Mientras en el caso de la uva de vino, es imprescindible guiar el crecimiento de la planta; en el caso de la uva de mesa, la planta se deja crecer libremente y sin ningún tipo de control humano. ¿El motivo? Por las características del clima, la uva de mesa necesita poder refugiarse bajo las hojas. Algo inconcebible en el cultivo de uva de vino.

Y ahora pasemos a las diferencias propias del fruto. En la uva de mesa, se valora enormemente el tamaño de la fruta. Sin embargo, en el caso de la uva de vino el tamaño no es lo más importante. Es más: se valora mucho más una uva de menor tamaño que guarde el equilibrio entre hollejo y pulpa. Algo que tiene toda la lógica: los hollejos son fundamentales para otorgarle personalidad a un caldo.

La última diferencia entre las uvas de mesa y las uvas de vino está en las pepitas que contiene cada una de ellas. Un aspecto que, lejos de ser secundario, también es fundamental en el proceso de elaboración del vino.