Carlos Serres

Consejos para maridar con vino

El maridaje de vinos con comida es uno de los eternos motivos de discordia ya que, lejos de existir máximas universales que pauten qué es lo más adecuado para según qué plato, lo cierto es que las posibilidades de combinación de aromas y sabores son inmensas.

Gracias al buen número de caldos, sus matices y características propias; y a esa cada vez mayor cultura foodie (cada vez más en auge en nuestro país, en lo que bien podría considerarse una auténtica eclosión de gastronomía, propia y ajena), lo cierto es que resulta difícil establecer unas normas para el maridaje perfecto.

Así que, en lugar de ceñirnos a las normas básicas que marcan el maridaje, descubramos algunos consejos para armonizar los sabores de un plato con los propios del vino. O, lo que es mejor, para equilibrar una comida completa con la compañía de los mejores caldos.

DEFINIR EL PROTAGONISMO A LA HORA DE MARIDAR

Comencemos con un consejo básico para maridar con vino que afecta tanto a la elección de los caldos como del propio menú.

Por un lado, tendremos que elegir un protagonista de nuestro menú. ¿Será el vino, será la gastronomía que lo acompaña? Identificar el papel que un determinado vino va a tener en el contexto de un menú es importante y, aunque no tienen por qué ser excluyentes entre sí, pueden anularse. Por eso es importante tener en cuenta el peso de un determinado plato con respecto al vino. La estructura de los alimentos, su cantidad de grasas o, incluso, sus matices aromáticos son claves a la hora de identificar cuáles son los caldos idóneos para acompañarlos.

maridar con vino

Además, es importante pensar en el menú maridado de una manera global en lugar de hacerlo de manera independiente (plato a plato, vino a vino). Si el carácter de nuestro menú es de sabores potentes (del primer plato al final), los vinos tendrán que estar a la altura si no queremos que éstos se disipen con la intensidad del plato. Para evitar esto, es recomendable que preparemos un menú en el que los primeros platos sean más suaves (para jugar con vinos ligeros) hasta llegar a otros más potentes (en los que podremos incluir reserva o gran reserva). Algo para lo que también podemos dejarnos aconsejar por las fichas de cata y sus recomendaciones gastronómicas; o, incluso, en el caso de los tintos, por ejemplo, podremos guiarnos por su composición de uvas para elegir los alimentos más adecuados que lo acompañen.

Precisamente en esta línea, será importante que escalemos la potencia de los caldos o, lo que es lo mismo, que los sirvamos de menor intensidad al de mayor de sabor. Así, por lo general para aperitivos y primeros platos lo ideal es apostar por blancos o rosados seguidos de tintos jóvenes, reservas y dulces (en ese orden).

CONTRASTES Y GUSTOS PERSONALES EN EL MARIDAJE CON VINO

Además de esto, hay otros dos aspectos que completan esta primera aproximación al maridaje con vino.

vino y maridaje
Más allá del juego de sabores que acabamos de ver en todas sus versiones, es importante diseñar nuestro menú y su carta de vino correspondiente decantándonos por uno de estos dos aspectos: ¿contrates o asociación? Con esto nos referimos a que crear esa simbiosis perfecta entre vino y comida puede realizarse o bien jugando con los mismos aspectos de sabor o buscando sorpresas en ellos. Así, a un plato de baja intensidad podemos acompañarlo de un vino joven de baja carga aromática, o por el contrario de un reserva que despunte por encima del sabor del plato.

Y dejamos para el final el que es, quizás, el aspecto menos reglado de todos estos consejos: nuestro gusto personal. Porque, más allá de las pautas o las normas, lo cierto es que muchas veces el maridaje perfecto dependerá de lo que nuestro paladar nos pida. De esa tendencia personal a amar u odiar una determinada gama de aromas.

Una forma también, ¿por qué no?, de escoger el vino ideal para una comida perfecta.