Carlos Serres

7 curiosidades sobre el tapón de corcho

Forma parte del vino de manera inherente, pero no por eso conocemos toda su importancia. El corcho no es solo un complemento de una botella de vino. Para empezar, es una auténtica salvaguarda de su sabor y personalidad. Pero no es su única labor: entender por qué las botellas de vino tienen tapones de corcho pasa por comprender, entre otras cosas, su increíble capacidad para evitar la oxidación del vino dentro de la botella. Pero no solo eso: su practicidad en el mundo del vino es tal que es este elemento el que contribuye a indicarnos si un vino está o no en perfecto estado. Basta con saber detectar el gusto a corcho de un vino.

Convertido por su uso en un elemento más de una botella, el tapón de corcho tiene tras de sí una historia fascinante. Una en la que las casualidades y los siglos han contribuido a perfeccionar su forma, su presencia e, incluso, su utilidad. Y, si bien puede parecer un invento relativamente moderno, lo cierto es que no lo es como tal. Lo que sí puede considerarse vanguardista es comprender cuáles son los mejores corchos o, también, hasta qué punto influyen en el sabor de un vino.

Descubramos algunas singularidades de este accesorio de apariencia humilde que, sin embargo, es clave para la evolución del vino en botella. Siete curiosidades sobre su historia que nos ayudarán a valorar todavía más ese pequeño cilindro que encierra, custodia y cuida de un vino.

Historia del tapón de corcho del vino

1. Los romanos fueron los precursores del uso del corcho

Encontrar el antecedente del corcho supone remontarse al Imperio Romano. Un pueblo íntimamente ligado con el vino que tuvo que ingeniárselas para perfeccionar el transporte de vino en la Antigüedad. En aquella época, se tapaban los ánforas con un trozo de corteza de alcornoque envuelto en resina o brea. Una forma de poder sellarlo para llevarlo, no exento de sobresaltos, a cualquier rincón del Imperio.

Tras la caída de éste, se sabe que esta técnica fue sustituida por cilindros de madera envueltos en esparto y empapados en aceite. Un antepasado muy lejano de los actuales tapones que, a pesar de todo, cumplía de alguna manera su papel.

2. Un monje, el responsable oficial de su uso

A pesar de este antecedente, se atribuye el logro del uso de los tapones de corcho a un monje francés del siglo XVII: Don Pierre Perignon. Encargado de la bodega de su congregación, no solo se le atribuye haber descubierto el Champagne casi por casualidad. También ostenta el honorable mérito de haber comenzado a utilizar tapones cónicos de corcho.

Eso sí: su objetivo no era preservar la oxidación. En realidad, sólo buscaba que su vino espumoso fermentado no escapara de la botella.

Alcornoque, el árbol del que se extrae el corcho de los tapones de vino

3. Hecho de alcornoque, pero no de cualquiera

Cuando tengamos un corcho en nuestras manos, es poco conocido que estamos ante una pieza natural con mucho recorrido. Y es que los mejores tapones de corcho están elaborados con la corteza de alcornoques con más de 40 años. Pero no es el único tiempo que demanda un tapón de corcho para ser útil. A esas cuatro décadas hay que sumarle una más para poder extraer corcho de calidad. Un tiempo durante el que se realizan descorches: una técnica manual mediante la cual se van eliminando las partes más gruesas de la corteza exterior del árbol.

Un tiempo asombroso que, en sí mismo, respalda ese carácter artesanal del vino que está reñido con las prisas.

4. Un corcho es casi un 90% de aire

Un detalle que puede resultarnos inaudito al tocarlo. Pero, efectivamente, la mayor virtud de este material natural es precisamente que su estructura es sumamente porosa y maleable. Es este increíble porcentaje de aire lo que hace que el corcho sea tan ligero y flexible.

5. Va perdiendo elasticidad con el tiempo

Otra característica poco conocida por el común de la gente. Con el paso del tiempo, el corcho se apelmaza y pierde elasticidad. Algo que puede jugar una mala pasada, ya que su pérdida de características físicas puede influir en el vino que custodia.

Por eso en vinos Reserva y Gran Reserva, es habitual realizar un reencorchado cada 20 años.

Curiosidades de la historia del tapón de corcho del vino

6. Hasta el siglo XVIII, no se inventó el sacacorchos

El dato es asombroso y plantea una gran duda: si el vino es compañero de la Humanidad desde, casi, el principio de los tiempos ¿cómo se las ingeniaron para abrir las botellas hasta 1795? Un dato fascinante si pensamos en todos los tipos de sacacorchos que existen en la actualidad.

7. Portugal es el mayor productor mundial de tapones de corcho

Nuestros vecinos lusos ganan por goleada en la producción de tapones de corcho. Y no solo eso: también son los mayores exportadores del mundo.